Vistas de página en total

martes, 27 de marzo de 2012

DESDE MIS RAÍCES - Recuerdos de un árbol de Boedo

AUTOR :  Profesora Alicia Larreategui



Sentí una gran soledad, el silencio era impenetrable. Mamá Lluvia y Papá Sol me ayudaron a crecer y en poco tiempo había alcanzado una respetable altura.
Era un joven con un cuerpo esbelto y una copa debajo de la cual, los niños y adultos se cubrían en los días muy soleados…
Los años fueron pasando, el silencio se fue poblando de voces, gritos y silbidos de arrieros y reseros. El tránsito fue aumentando con total rapidez, debido al paso de esta gente que acompañaba la hacienda hacia Parque de los Patricios.
Años más tarde se instalaron los primeros comercios. A los horneros y lecheros le siguieron los almaceneros, los sastres y otros negocios que le fueron dando su característica al lugar
Todo era nuevo para mi, recuerdo que una mañana del año 1898 me sobresaltaron las voces y risas de un grupo de niños. Miré asombrado y vi que a escasos pasos de Avenida Independencia y Boedo, lugar en el que me habían plantado se había inaugurado una Escuela. Vi pasar a un señor muy serio que entró al establecimiento y las voces se acallaron de inmediato. Después escuché comentar que ese señor se llamaba Andrés Campero y era el Director de la nueva Escuela.
A partir de ese momento la soledad de mi infancia se vio interrumpida y me sentí inmensamente feliz, por estar acompañado. En cada partido de fútbol que se armaba a la salida de la Escuela, una deshilachada pelota de trapo golpeaba mi vientre y a veces llegaba hasta mi copa. El Sr. Campero con su ceño fruncido vigilaba disimuladamente a sus alumnos, disfrutando con la alegría de éstos.
Corría 1905 y un movimiento inusitado de padres y maestros llamó mi atención, por las charlas de los que se cobijaban debajo de mi copa, me enteré que la "Escuela del Campero", llamada así por el apellido de su Director ubicada en Avenida Independencia 3668, entre Boedo y Colombres, se mudaba a su actual edificio, en Boedo 657, entre las intersecciones de la citada avenida y la calle México.


En el nuevo edificio escolar que tiene una estructura en “L” invertida y se accede por la Avenida Boedo, hay un mástil de quebracho y tacuara que fue donado por el padre de dos ex alumnos. Este gesto simbólico se convirtió en un acto de fe y generosidad porque durante los primeros años de su carrera como médico había atendido a sus pacientes en los quebrachales del Chaco y Norte de Santa Fe.
A un costado se encuentra la campana, repicando o silenciosa, alrededor de la cual se siguen tejiendo infinidad de historias, con sus canteros floridos, las baldosas brillantes, las aulas y el sol de los fríos días de invierno que iluminan el edificio.

A partir de 1910, cuando la Escuela recibió el nombre de "Doña Martina Silva de Gurruchaga" todos los años se le rinde homenaje a su Patrona, patricia nacida en Salta el 3 de noviembre de 1784 y que contribuyó al éxito de la batalla que el General Don Manuel Belgrano iba a librar en esa provincia.
Doña Martina hospedó al General Belgrano en su casa de Los Cerrillos y donó el paño azul para los uniformes de los soldados. Además armó y equipó una poderosa partida de paisanos y en la víspera de la batalla del 20 de febrero penetró en el campo de Castañares al frente de sus hombres descendiendo por las lomas de Madeiros.
La Salteña llevaba una bandera bordada por ella y al entregársela al General, éste le dijo: "Señora si en todos los corazones americanos existe la misma decisión que en el vuestro, el triunfo de la causa por la que luchamos será fácil".
Belgrano premió a Doña Martina con el título de Capitana del Ejército Patriota y le obsequió una manta de seda, prenda que usaban entonces las damas con la leyenda " A la benemérita patriota Capitana del Ejército Patriota, Doña Martina Silva de Gurruchaga"

Todos los años cuando se acerca el aniversario de la patrona, el ámbito se tiñe de rojo y negro para homenajearla con los colores típicos del poncho salteño. Mientras que en el aire se escucha una baguala y la zamba carpera repica en las botas y se contonea en las faldas de las parejas de alumnos, maestros y padres deseosos de bailar.
El tiempo siguió su curso y la soledad que observaba desde mi lugar cada día al finalizar la jornada, se llenó de voces por la creación de la Universidad Popular de Boedo, en el año 1928. Su fundador Don José González Castillo, poeta, escritor y dramaturgo, daba clases de Teatro en el establecimiento.


La Universidad fue un lugar importantísimo para los miembros de la comunidad, quienes pudieron asistir después de su jornada laboral. Algunos iban a completar su escuela primaria o a tomar diferentes cursos de dibujo, pintura, teatro, y carpintería, entre otros.
Siempre atento a todas las novedades de mi ya querida Escuela, llegamos al año 1986. Ese año observé que docentes, padres, alumnos y todo el personal junto a algunos miembros de la Asociación Cooperadora y algunos vecinos salían a recorrer el barrio, redescubriendo edificios, estilos arquitectónicos, murales olvidados para documentar lo observado en una muestra abierta al público: "El Proyecto Boedo" en el que la música, la poesía y la danza se conjugaron para brindar un encuentro dinámico que ha quedado indeleble en la memoria de quienes pudieron disfrutarlo.
Siguió la vida y a través de escuchar distintas charlas de quienes se paraban debajo de mi copa, nos sorprendió el año 1998, fecha en la que se festejaron los primeros 100 años de la Escuela y la comunidad entera quiso brindarle lo mejor.
Así que bajo esa premisa, se convocaron a ex alumnos y docentes para contar sus viejas anécdotas como homenaje al amor por su querida Escuela y de ese modo recordar sus mágicas vivencias.
Con el compromiso y entusiasmo de un ex alumno (a cargo de la coordinación del proyecto) se logró la edición de un libro, en cuya tapa se observa una pizarra apoyada sobre una computadora portátil, como símbolo del transcurso del tiempo (1898 - 1998) y donde se conjugan infinidad de anécdotas, fotos del pasado y presente, entrevistas, poesías, documentos escolares, cartas y listas del personal docente que pasó por la Escuela en su primer Centenario.
Durante ese mes aniversario, la escuela ofreció diferentes propuestas y actividades recreativas los días sábados por la tarde. Recuerdo que en la primera reunión se llevó a cabo una "Jornada de juegos antiguos" compartida entre abuelos, padres y niños, con torneos de balero, billarda, diábolo, bolitas, donde tampoco faltaron la rayuela, los barriletes, los trompos y otros juegos de la época.
Lo que más orgullo me dio es que muy cerca de mí, alumnos, docentes y padres, plantaron sobre la entrada de Independencia un lapacho amarillo, que en la actualidad es un joven fornido que luce una frondosa copa.
Al sábado siguiente un grupo de alumnos guiado y orientado por sus maestros interpretó la obra de Roberto Mariani "La Oficina", con gran entrega y dedicación, en la que los chicos dramatizaron la pieza teatral, que mereció el sincero elogio del público presente.
Llegamos así al tercer sábado del mes donde se recreó un típico café de los años 30. Todo el barrio colaboró para ambientar el salón, como un antiguo comercio de la zona que facilitó su primera caja registradora, para el "Café Nostalgias".
Las ventanas lucieron cortinas de macramé, los cafés y bares prestaron sus vajillas y manteles, algunos cuadros, carteles fileteados y todo lo necesario para darle sabor a un café del pasado. Dos mamás vestidas a la usanza de los años 30, atendían al público que se acercó a contar sus más preciados recuerdos. Fue un encuentro de músicos, escritores, poetas, ex alumnos y vecinos del barrio que, con un fondo musical de tango y algunos valsecitos acordes con la época, fueron desgranando sus más íntimas vivencias, en un clima de total emoción
El cierre estuvo a cargo del Coro de TEMA (Taller Escuela de Música y Arte), que aportó un fuerte brillo y calidez al evento.
Finalmente llego el día de la celebración. Observé una gran cantidad de autos negros estacionados frente al establecimiento y también en los alrededores, Autoridades, sobriamente vestidas, alumnos con guardapolvos bien pulcros, docentes y mamás muy coquetas y el resto de los invitados que se apuraban para entrar a la escuela bajo una incesante lluvia. Muchos, amparados bajo mi copa comentaban el suceso y trataban de ingresar lo más rápidamente posible, para lograr una buena ubicación.
El patio cubierto, herméticamente cerrado, no permitió que se deslizara una sola gota de agua que pudiera molestar a los más de 330 asistentes.
En el escenario, un papá personificando a "Boedo", una figura del barrio con lengue y chambergo fue relatando los diversos acontecimientos sucedidos, desde la inauguración de la escuela hasta esa fecha, en la que toda la comunidad escolar participó mediante una coreografía de expresión corporal, que culminó con la puesta de un Radioteatro escrito e interpretado por los alumnos de séptimo grado.
Según se oyó decir a los asistentes, el encuentro resultó inolvidable y concluyó con la visita al "Museo de la Familia", realizado en el salón de música. La comunidad entera también colaboró aportando diversos objetos agrupados por épocas. Trajes, mantillas, fotos, atuendos. Libros, revistas, láminas, instrumentos musicales y máquinas de escribir, -entre otros objetos- despertaron la emoción del público quien dejó plasmada sus impresiones en el "Libro de Oro" de la Escuela.


La calidad de las actividades realizadas por el establecimiento mereció un premio otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el año 2001, el Jefe de Gobierno entregó a las Autoridades de la Escuela una plaqueta con la leyenda "Institución Participativa" Participar es construir, que colmó de orgullo a la comunidad educativa.
Llegamos así al año 2005. "La Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo", quiso homenajear a Don José González Castillo, fundador de la Universidad Popular de Boedo colocando una placa recordatoria en el frente de la Escuela y el personal docente aprovechó la ocasión para montar la obra de teatro: "Como se hace un Drama", cuyo autor era González Castillo. Cada sábado por la tarde pude observar como los maestros se acercaban a la escuela para ensayar la obra bajo la dirección de una docente.
La noche de la presentación, a pesar del frío, una numerosa concurrencia se acercó a participar del encuentro, en cuyo cierre escuché un caluroso aplauso y elogios hacia los intérpretes.


La respuesta del público fue tan positiva que de allí surgió "El Grupo Teatral de la Tiza", integrado por docentes que aman y valoran su profesión como así también la necesidad de nutrirse del pasado para construir un futuro mejor.
Actualmente el "Grupo Teatral de la Tiza", se reúne semanalmente y sigue trabajando para presentar diversas obras, que son acompañadas por los vecinos en las presentaciones que realizan en una de las instituciones del barrio, la "Casa Balear" que gentilmente cede sus instalaciones para los ensayos y las puestas en escena.
Actualmente la Escuela "Martina Silva de Gurruchaga", "La Gurru" , para todos los que la aman profundamente, sigue funcionando e irradiando cultura, infundiendo en sus alumnos el amor y la convicción por rescatar nuestra identidad nacional, a través de diversas investigaciones, proyectos, talleres y toda manifestación artística, literaria, plástica y musical que enriquezca el nivel cultural de sus integrantes.
Y yo, ahora convertido en una figura “centenaria”, sigo viendo pasar a las nuevas generaciones de chicos y chicas con toda esa fuerza y vigor tan propia de la niñez, en un marco de solidaridad e integración cultural con los alumnos provenientes de otros países, en un clima de tolerancia y respeto, tan característico en nuestra querida Escuela.
Ni el progreso ni la degradación de las propuestas sociales y culturales que los medios de comunicación supieron ofrecer a través del tiempo, pudieron modificar la esencia de nuestro querido Barrio de Boedo, "la Florida del Arrabal", con su bohemia, su amor por la justicia, su arte y su magia…
Es mi mayor deseo que pueda continuar viendo hasta el final de mis días, que la escuela pública siga siendo un medio de formación cultural inigualable…


Bibliografía consultada:


"Ayer y Hoy de Boedo" Diego A. del Pino
"Escuela Martina Silva de Gurruchaga"
Libro del Centenario

No hay comentarios: